Desde hace un tiempo me preocupa no encontrar la suficiente motivación para la preparación de mi gran objetivo de este año. El 16 de noviembre de 2014, si no pasa nada, debutaré en un MARATÓN (así, escrito en mayúsculas…) y dentro de unas semanas, me espera el comienzo de una ardua tarea: la preparación.
Para muchos esto no es ninguna proeza, puesto que, o ya lo han hecho, o no le encuentran sentido (yo tampoco le encuentro mucho sentido al hecho en sí de correr sin parar 42,195 km, pero si lo transformo en una prueba físico-mental a superar, le encuentro muchísimo sentido!!). Como objetivo deportivo personal – MUY ILUSIONANTE- de este 2014, es muy importante preparármela bien, y -como no puede ser de otra manera en un debut- TERMINARLA. Cruzar la meta. Y si es necesario, llorar al hacerlo. O mejor, reír como una posesa. Gritar. Tirarme a tierra. Lo que sea. Pero llegar.
Hace unos meses estaba algo desmotivada para correr. Como triatleta aficionada que soy, y con un trabajo que me hace madrugar mucho y una tesis doctoral por terminar que ocupa gran parte de mi día, de mi tiempo y de mis pensamientos, me resulta difícil entrenar todo lo que quisiera. Y como este año he estado nadando más de lo normal, he restado tiempo a correr. Tanto las horas del día como las fuerzas, SON FINITAS.
Pero, no sé si será que la fecha se acerca y se acerca y se acerca sin ningún tipo de consideración, estoy sacando fuerzas y ánimos para volver a correr. Y está resultando! El cuerpo me lo pide. Noto que voy recuperando sensaciones buenas, que DISFRUTO CORRIENDO, que vuelvo a fluir (bueno, más o menos… jajjaaj) en cuanto me calzo las zapas y me voy hacia la playa o el río.
Y me gusta. Me gusta esa sensación, sobre todo porque la necesito.
Correr tiene la particularidad de que cuanto más lo practicas, más te pide el cuerpo -y también la mente- hacerlo. Y creo que así afrontaré con mucho ánimo y muchas ganas la dura preparación, que al fin y al cabo es lo más complicado y trabajoso (el día de maratón no es más que ‘un duro día más’).
Como anécdota decir que la distancia del maratón son 42,195 km, que en realidad NO es la distancia entre la ciudad de Maratón y Atenas (Grecia), entre las que hay unos 37 km (como yo siempre había creído… lo cual hacía muy ‘épico’ mi objetivo…), sino del Palacio de Windsor hasta el Estadio White City, en Londres, porque así estableció la reina de Inglaterra que fuera, en 1908 (aunque no os lo creáis, no fue la actual… jajajaj) en los JJOO de ese año.